En el barrio de San Cristobal proliferan los espacios interbloques de suelo duro, compacto, pelado, donde la vegetación se encuentra con un escenario hostil en el que desarrollarse.
Estos suelos apelmazados y descarnados no son buenas pistas de aterrizaje para las semillas que viajan por el viento, su esperanza de germinar es muy baja. Incluso si salen ilesas del aterrizaje forzado, las pisadas humanas terminan por rematarlas.
No es de extrañar que ante la visión de un cementerio de semillas, algunos balcones se llenen de macetas con flores con la esperanza de que la Administración silente despierte también de su letargo y lleve por fin vida verde al suelo de su barrio